viernes, 31 de julio de 2015

BLANCO DE VERANO. Toma 1: TANTAS MALETAS

BLANCO DE VERANO.   Toma 1.

 

CUADRO DE DANI MESQUIDA
(gracias)

En unas horas acaba julio y comienza agosto, ambos con sus buenas dosis de calor y maletas.

Nosotros no tenemos vacaciones, pero no vamos a ser menos que los suplementos salmón de los periódicos, pero en vez de información económica, yo me robaré unos versos consentidos e informados para hilar pequeños microcuentos. La sección podría llamarse tinto de verano, pero soy más de caldos blancos.



La FOTO que acompañará estos microcuentos es de un estupendo cuadro del compañero DANI MESQUIDA. Es bonito ver cómo de la nada surgen las formas, sobre todo cuando éstas son nítidas, claras, contundentes.
Espero que el cuadro os guste tanto como a mí.



Blanco de verano (1)



TANTAS MALETAS



Los partes meteorológicos daban información contradictoria. Entre unas cosas y otras llené tres maletas minúsculas, de ésas homologadas como equipaje de mano. Una la llené con un par de vestidos, y un trío de chaquetas de entretiempo. La otra un par de pantalones cortos, un trío de faldas de diversos largos, y una blusa que combinaba con todo. La tercera estaba a reventar entre lencerías, y una docena de libros por si me aburría.

Cuando llegué al aeropuerto él me preguntó:

“¿Para tres días tantas maletas?”1
Cuando vi que él venía con lo puesto quise que la tierra me tragase.
Como las baldosas que había bajo mis pies no se abrían, le respondí que eso tenía fácil solución.
Dejé el equipaje a un señor en el que intuí la fisonomía de un delincuente.
Hasta el embarque no caí en la cuenta de que aquel hombre seguramente no usaba mi talla.
Luisa L. Cortiñas


  1.    ¿Para tres días tantas maletas?
   Me pregunta.

   Él viene con lo puesto. (No lo puedo creer.
  ¿Es qué no va a cambiar
   siquiera de chaqueta?

   Al instante me acuerdo de unos versos de Donne.
   (Como un feliz reproche): Ea, pues,
   ¿qué más ropa necesitas que un hombre?

Poema BUENA DISPOSICIÓN de Inmaculada Mengíbar “Pantalones blancos de franela” poesía Hiperión 1994
 

 


Más relatos en   
http://www.bubok.es/libros/237797/Semana-de-prodigios


Y si prefieres leer una novelita corta, también está a la venta "Cuando fuimos ricos" para todos aquellos que nunca han vivido por encima de sus posibilidades... 

Los lectores dicen...

Es muy ameno, alegre e instructivo., "cuando fuimos ricos". Me iba riendo y me quedaba sorprendido cuando me he topado con el personaje de Erica, y cuando monta en la moto para ir a ver al atleti.. Auténtico lo de los 12 euros que no para de ofrecerte el banco, tantas cartas nos han llegado a todos. Y lo del call center, qeu bueno, cuánta basura en contratos de mierda. Te felicito, has logrado poner sorna y diversión a los problemas cotidianos de una sociedad apretada".

Es bastante facil de leer esta historia peculiar ,y son bastante entrañables sus personajes ,tanto como su narrador .

¿Esto es lo suficientemente agresivo? EH EH EH
"PAYOOOO COMPRÁME ARGO, QUE TE LEO LAS CARTAS PARA EL VERANO..."

viernes, 24 de julio de 2015

SEMANA DE PRODIGIOS (FIN)

http://www.bubok.es/libros/237797/Semana-de-prodigios






Los lunes no tienen porque ser necesariamente malos.






LUNES


Al día siguiente del concierto espontáneo muchas farolas del pueblo, especialmente las cercanas a los centros educativos, amanecieron empapeladas con una oferta que no se podía ignorar. Alfonso volvía a la música.


Esa misma tarde, Alfonso, acompañado de Isolda, acudió a comisaría. Le habían llamado para que reconociera los objetos sustraídos, al fin y al cabo, un par de atriles y unos cuantos instrumentos musicales no era algo que se robe o venda todos los días en una isla tan pequeña. En breve los podrá llevar a casa. El legítimo propietario estaba deseoso de afinar el arpa, y poner banda sonora a la nueva vida, ahora sí, que comenzaba.



Laura tuvo una mañana tan ajetreada como de costumbre, los temas de conversación eran Alfonso y su música, y la duración media que debían de tener las enfermedades. Si no quería volverse loca con aquellas normativas absurdas tendría que buscar la forma de burlarlas. Lo que faltaba ahora es que fueran “administrativos dioses” diciendo a Lázaro, continuamente, cuándo y cómo debía levantarse.


Hoy estaba cansada, pero le apetecía ir a alguna playa. Llamó a casa a media mañana para informar a Isolda que no contase con ella para comer, que pasaría para coger el coche y ni siquiera entraría. Eso hizo.


Comió en un restaurante en las afueras, lleno de alemanes e ingleses rojos como cangrejos, y niños igual de colorados y silenciosos como muertos.


Aún no sabe cómo, el volante la llevó a las puertas del desvío que conduce a la playa del Pilar, ¿por qué no? se preguntó. Cuando llegó al parking, antes de cerrar el coche, recordó que había comprado un libro de poemas que no recordaba porqué había llamado su atención. Abrió la guantera, allí estaba: “Flores en la cuneta”, Alejandro Céspedes.


El camino a la playa se le hizo más largo de lo esperado, cuando comprobó la hora en el móvil, lo había hecho en menos tiempo del oficialmente estimado en los carteles.


Contrariamente a lo que siempre había pensado, cuando por primera vez pisó la arena gruesa amarillo naranja, el corazón de Manuel, su corazón, no aceleró el paso, ni se encogió en un puño, ni tomó velocidad de crucero, se sentía en calma con su tic tac de siempre.


Se sitúo a mitad de playa y se sentó en la arena. Era una buena lectora de poesía, pensó. Lo que le gustaba de ella era su falta de orden, uno podía empezar por cualquier poema, incluso por cualquier línea. Abrió el libro al azar y leyó “el dardo nunca…”. Entonces recordó la carta que escribió el sábado y que esa misma mañana había echado al buzón, una carta sin remitente y casi sin destinatario, una carta de esas que se echan a escondidas para que nadie sepa, que nadie sospeche que ella daba las gracias, un simple y solitario gracias, a la que la dejó sin marido. Imaginó la sorpresa de la receptora. Siempre era agradable que a uno le agradecieran algo, aunque no supiera lo qué.


Tenía calor y le apetecía. ¿Qué utilidad tenía el bikini? Dejó llaves de coche y móvil debajo del libro. Se levantó y se fue desnudando lentamente: primero fue despegando el vaporoso vestido amarillo, con el calor, se había ido amoldando al cuerpo como una segunda piel, después tocaba la ropa interior, de un blanco inmaculado. No había cogido aún mucho color, pero no era momento de acordarse del bronceador, ni de la ropa de baño, ni de la toalla, ni de nada de lo que llevaba uno en estos casos. Se encaminó con paso lento hacia el mar, y olvidándose de sí misma se sumergió en el agua. La sorprendió el escalón de arena que ocultaban las olas al llegar a tierra. En un avance inferior a diez metros, calculó ella, sus pies ya no tocaban suelo, y comenzó a sentirse ligera, una cometa a merced de las corrientes de aire. Cuando salió, la sorprendió el dolor de brazos y la playa medio vacía, la recordaba medio llena. Sólo tenía que esperar unos minutos para que el aire secara su cuerpo y comenzar de cero.


Sin darse apenas cuenta, se había alejado varios metros de la línea invisible  que la unía con su ropa, cuando con la mirada buscó el lugar, alguien se había sentado al lado. Se dirigió hacia allí despacio, disfrutando las caricias del sol y de la tarde, cuando llegó, una voz masculina le dijo casi en un susurro:


—Señorita, espero que no le importe que haya puesto mi toalla al lado. ¿El libro es suyo? —preguntó el hombre de mediana edad sonriendo con el libro en la mano.




A la nueva Laura no le importó ni la toalla ni el libro, al fin y al cabo, pensó que “el dardo nunca ignora su destino”.
Luisa L. Cortiñas 


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viernes, 17 de julio de 2015

SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 11)





DOMINGO

Alfonso pasó una buena noche en la habitación de invitados. Le hizo gracia que una pared fuera rosa y el resto de un amarillo pálido. Se despertó muy temprano, las rendijas de la persiana dejaban entrar una luz tenue, que al rebotar en las paredes se convertía en un chorro deslumbrante. Decidió invitar a sus acogedoras anfitrionas con un buen chocolate con churros de Paquito. No era un desayuno tradicional en la zona, pero Paquito los domingos nunca fallaba.

Salió de casa para hacer el pedido. Cuando volvió llegó con un par de bolsas llenas de manjares, y se instaló en la cocina.

Allí no apareció nadie hasta las diez de la mañana, no se imaginaba que la doctora y su guardiana gustaran de las sábanas. Tampoco era nada extraño.

Habitualmente él ya estaría en algún banco cercano a la iglesia de tertulia con colegas, pero ese domingo no le apetecían las conversaciones habituales. Consideraba que ayer había vuelto a nacer, y un primer día merecía mejor celebración.

Desayunaron en familia y él se fue, no sin antes invitar al cine a Isolda. Esa misma tarde acudirían a ver una comedieta que estaba de moda. Unas risas no vendrían mal.
Isolda y Laura, después de la amable invitación, comenzaron a buscar ropa adecuada para semejante evento, teniendo en cuenta, además, que el buen hombre se había rejuvenecido unos cuantos años. Isolda estaba nerviosa, no recordaba la última vez que un hombre la había invitado al cine. Los chicos bromeaban con el pleistoceno, y mientras una escandalizada Isolda intentaba mantener el orden, una divertida Laura amenazaba con acompañarles de carabina, no fuera a ser que no se comportasen.

A las doce en punto el tañer de las campanas de la iglesia hacían una última llamada a los feligreses para su misa más popular, éstas fueron acompañadas por una intensa melodía que comenzó a envolver la calle Maestro Sorozabal: los sonidos salían del número diecisiete, la casa de Alfonso. La calle comenzó a llenarse de gente, Laura y los suyos también salieron a escuchar aquel prodigio. El espíritu juguetón y esperanzado que transmitía Islamey: Fantasía Oriental de Balákirev, habría resucitado a un muerto, y eso estaba haciendo. Ese día el cura tuvo que conformarse con la audiencia de otros barrios, en el UA-45, llamado así por el planeamiento que permitió su construcción, todos estaban frente la casa de Alfonso, no todos los días tenía uno un privilegio semejante. Después llegaron Mozart y sobre todo Chopin, él siempre había sido un virtuoso de Chopin.

Una vez se mantuvo el silencio más de un minuto, todos los concentrados comenzaron a aplaudir y bravear, Alfonso se hizo el desentendido, le dio vergüenza asomarse a la ventana a dar las gracias a ese público sorprendente.

La más atónita de todos fue Sabina, que contaba, a todo aquel que quisiera escucharla, que desde que le despidieron no había vuelto a entrar en el cuarto de la música, y que algo le pasaba, que hasta esta semana le había tenido que teñir el pelo dejando de lado otras tareas domésticas. Nada de esto fue ignorado por los agudos oídos de Isolda.

La cita fue mejor de lo esperado, y se alargó hasta medianoche. Isolda temía las bromas de sus chicos, y Alfonso estaba admirado de las vueltas que daba la vida.
Luisa L. Cortiñas



CONTINUARÁ.
Siguiente (Este enlace no funcionará hasta la próxima semana).

Me han dicho que tengo que ser más agresiva con la venta del libro. Allá voy... si alguien se muere de la intriga puede comprar el libro "Semana de prodigios". Incluye trece relatos estupendos, aparte de éste. A mí los que más me gustan son "Sucedió en una sala de estación", "Se busca mujer", "Diez minutos de paseo" y "Volver". ¿Y a ti? ¿Qué cuesta escribir un comentario? 






Y si prefieres leer una novelita corta, también está a la venta "Cuando fuimos ricos" para todos aquellos que nunca han vivido por encima de sus posibilidades... 
Los lectores dicen...

Es muy ameno, alegre e instructivo., "cuando fuimos ricos". Me iba riendo y me quedaba sorprendido cuando me he topado con el personaje de Erica, y cuando monta en la moto para ir a ver al atleti.. Auténtico lo de los 12 euros que no para de ofrecerte el banco, tantas cartas nos han llegado a todos. Y lo del call center, qeu bueno, cuánta basura en contratos de mierda. Te felicito, has logrado poner sorna y diversión a los problemas cotidianos de una sociedad apretada".

Es bastante facil de leer esta historia peculiar ,y son bastante entrañables sus personajes ,tanto como su narrador .

¿Esto es lo suficientemente agresivo? EH EH EH
"PAYOOOO COMPRÁME ARGO, QUE TE LEO LAS CARTAS PARA EL VERANO..."
En el blog tendremos un "blanquito" lo del tinto está muy visto.