viernes, 27 de mayo de 2016

Alcancé la puerta del último vagón in extremis









 Alcancé la puerta del último vagón in extremis


Era uno de esos trenes de dos pisos. Subí a la planta uno. Me senté en el primer hueco libre. Al lado del pasillo. Ella estaba enfrente con mi libro entreabierto en sus manos. Era la primera vez que veía a alguien leyendo mi libro.  Sabía de memoria el paso de las páginas.

El movimiento de sus ojos en la página cuarenta y tres lo acompañé con el de mis labios:

―Solo quería verte reír ―dije.

―¿Conoces el poema?

―Era mío, ahoya es solo tuyo.

Comprobó la contraportada.

Sonrió un mundo.

Luisa L. Cortiñas

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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.