ESTAMOS DE ESTRENO
Hoy hacemos un alto en los relatos y presentamos libro. Obviamente, la imagen superior es la supuesta portada que al final no pudo ser ¡otra será!
Se publica el Capítulo 1, si te apetece más estará por Bubok. He dedecir que me he saltado todas las recomendaciones del marketing ¡qué menos que a uno le de para un refresco!
Ustedes lo disfruten y GRACIAS.
CUANDO FUIMOS RICOS
CAPÍTULO 1
Cuando
fuimos ricos cambiamos un piso de dos habitaciones, salón y un baño, por un
dúplex en un barrio a las “afueras” de Madrid: cinco habitaciones, salón, dos
baños, un aseo y una hermosa terraza.
Vendimos
nuestra choza a una pareja joven que desbordaba ilusión y una juventud
insultante por veinticinco millones de las antiguas pesetas, el palacio costaba
cuarenta y cinco, cuarenta en A y cinco en B, pero no importó, habíamos pagado
la mitad a toca queja, un fajo tras otro, uno tras otro, zas.
Nuestro
modesto piso a dos minutos de una boca de metro de la línea dos, lo cambiamos
por diez minutos de paseo a una antigua estación de Renfe. Siete años después
añadieron un moderno intercambiador que permitía acceder a una nueva boca de
metro. En invierno llegas moqueando con la nariz roja, en verano sudando como
un carnero. Nunca nos molestó, mi mujer dijo que jamás en su vida nadie había
hecho tanto por su cultura, mis hijos devoraron tanta música como bocadillos, y
yo me hice un experto en el tetris.
Nuestros
días se alargaron peligrosamente, de comenzar a las siete de la mañana,
estrenábamos jornada a las seis y cuarto, pero tampoco nos importó. El
disfrutar cada uno de nosotros de cuatro paredes y armario propio, nos daba en
realidad un grado de libertad que ya no recordábamos, entre otras cosas, porque
nunca lo tuvimos. Mi señora y yo sumábamos cuatro trabajos, dos mil quinientos
euros dinero blanco, cuatrocientos en negro. Entonces no sabíamos que estábamos
a la vanguardia entre estamentos de diverso pelaje, eso sí, no piensen mal,
nunca nos dio para abrir cuenta en Suiza, ni mucho menos para visitar la ciudad
helvética.
Nuestros
hijos crecían felices e ilusionados.
El
mayor, un santurrón larguirucho y poco hablador, un día dijo que iba a
matricularse en geología. A ello me opuse con todas mis fuerzas, convendrán
conmigo que es una mariconada de carrera. Porqué a ver ¿qué hace un geólogo?
¿Estudiar cinco años para ir por el mundo con un palo en forma de “i” griega?
Mi mujer, como siempre, le defendió con uñas y dientes, y si al niño le
gustaban las piedras, que estudiara piedras y no se hablara más, que para eso
ella se mataba a trabajar mañana y tarde. Fue así como un septiembre comenzó
esa carrera absurda, y acabó un junio de cinco años después, con un futuro
laboral igual a cero. A media voz, dijo que se iba a Francia a estudiar un
máster en no sé qué universidad, tenía una beca que cubría parte de los gastos,
pero necesitaba unos nueve mil euros. En otras circunstancias hubiera sido un
problema, pero en ese dos mil cinco todos querían ser tu banco, y solicitar un
crédito personal era más fácil que comprar un paquete de tabaco en el kiosko.
Ciertamente,
el chico no volvió a pedir nada más, ni cuando venía unos días de vacaciones.
Cuando regresó definitivamente a España dos años después, no sólo traía su
máster en prospecciones petrolíferas y un contrato con no sé qué petrolera
libanesa, de su brazo venía una tía rubia de interminables piernas, que estaba
y está de toma pan y moja, nunca podré explicarme qué hace semejante hembra con
ese meapilas; con mucho cuidado anduve y ando de no hacer ninguna insinuación a
la zagala de dulce acento, la chiquilla pocas alegrías “pal” cuerpo se puede
llevar con ése.
En
diferido, lo suyo no fue un gasto, todo lo contrario, fue una inversión de
primera. A fecha de hoy nunca nos ha faltado un chavo en el banco para ir
salvando la hipoteca. No ha dicho nada, pero el día veintiocho de cada mes
teníamos el dinero disponible en el banco. No sé si es porque íbamos escasos de
petróleo o qué, la cuestión es que a él no le faltaba trabajo. Saltaba de
empresa a empresa y de país a país como si fuese una rana, y nos mandaba fotos
espectaculares desde diferentes continentes. No presumía de su deslumbrante
salario que triplicaba lo que ganábamos su madre y yo en los mejores tiempos,
su gran virtud, parecía ser, fue siempre una modestia a prueba de éxitos que yo
todavía no sabía apreciar en su justa medida.
A
fecha de hoy, ese cabrón me ha hecho el mejor regalo: una preciosa nieta, con
los ojos tan azules y el pelo tan rubio como su madre e igual de despierta y
simpática, una niña en la que ninguno de los Rodríguez nos reconocemos, todos
tan morenos y gitanos. Se llama Ana, tiene ya siete años y siempre ha sido
perfecta. Si, ya sé que estarán pensando que eso lo decimos todos los abuelos,
pero les puedo jurar que no, que mi nieta aunque no fuera mía sería preciosa y
princesa, eso sí, en ese caso no lo diría porque la habría ignorado. Y sí, fui
de esos abuelos babeantes que cuando vinieron de visita en el dos mil ocho se
compró un iPhone “original”, sin saber que esa versión no grababa vídeo, pero
como ese enero aún era rico, lo había comprado en la raja británica, y éstos no
pusieron ningún inconveniente en cambiármelo por un Samsumg más modesto y con
prestaciones más útiles.
El
segundo de a bordo, era uno de tantos abogados con un futuro más negro que el
petróleo que buscaba su hermano. Oposición aquí y allá, currículum va y viene,
y con suerte, le llamaba el colega gamberrete del instituto para descargar
cajas de extranjis en mercamadrid, otras mañanas me acompañaba en mi nuevo
trabajo, mudanzas más negras que un pozo, como él decía, el derecho le servía
para saber que si un día nos quedábamos secos de una hernia no teníamos derecho
a nada, cosa que yo ya sabía sin necesidad de tanta titulación. He de reconocer
que sus conocimientos jurídicos fueron muy útiles cuando su madre y yo comenzábamos a perder trabajos
como otros pelo, pudimos renegociar la hipoteca con pocas dificultades, en
realidad, como ese gran piso valía en aquellos momentos tres cuartas partes de
lo que íbamos a pagar por él —actualmente la mitad— el banco
estuvo en todo momento muy interesado en que la operación culminara con éxito.
Las
gemelas, en vista del panorama, decidieron que los estudios universitarios eran
demasiado sacrificados y poco productivos, aunaron esfuerzos y estudiaron peluquería, no han encontrado aún su primer
empleo, pero he de reconocer que esos estudios han supuesto un considerable
ahorro familiar. Nuestros cabellos son pantene,
pantene. Actualmente pierden o encuentran sus energías y creatividad en un
blog de moda. El blog las viste y les da líquido para invertir en lo que han
establecido como su gran misión en la vida: buscar marido con posibles entre la
fauna disponible del barrio Salamanca. Nunca he sabido muy bien qué hacen con
tanta foto y tanto trapo, lo que puedo asegurar es que desde los diecisiete no
han pedido dinero en casa. He registrado en innumerables ocasiones sus
habitaciones, y he de confesar que no he encontrado nada que indique que llevan
una vida oculta al margen de las convecciones, y de los valores que las hemos
inculcado, aunque últimamente tengo dudas al respecto. Respecto a los valores
quiero decir.
En
los tiempos que corren, la línea entre el bien y lo legal es tan delgada, que
no descartaba haberme pasado de rosca. No acababa de entender ese “Amores” con
el que se dirigían a sus lectoras, pero no creía que ocultasen ninguna
intención abyecta.
Mi
señora hoy anda como loca, las niñas la han invitado a escribir un artículo
para el blog. Le han pedido una receta de cocina. Llevaba horas escribiendo y
corrigiendo, no sabía yo que unos modestos flanes escondieran tanta
parafernalia. Ingredientes, realización y pim, pam, pum. Va a ser que no, en
sus manos, esa modesta y tradicional receta se ha convertido en una alquimia
hermana de la física cuántica y prima de Cervantes.
Yo
no iba a ser menos, y les he dicho a las niñas que me tenían que invitar para
escribir sobre estanterías, aún no me he decidido entre las expedit o las bally, de momento he comenzado a escribir este blog para “hacerme
con un estilo”, ya saben eso de “si uno quiere hacer algo, lo ha de hacer
bien”.
©
Luisa L. Cortiñas
Si quieres continuar... ya servicio premium (parezco teleoperadora de digital plus).
Estupendo!!! Quiero más!
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