Aviso:
Esta es una versión del cuento “Blanca y sus príncipes” ya
publicado en el blog. Blanca es una versión de la historia basada en una mezcla
de cuentos infantiles, Clara adaptada a la “ciencia ficción”.
Espero
lo disfruten, y ya saben, cualquier parecido con un cuento anterior, ES CIERTA.
Clara
en el supermercado
Es
sábado. Un sábado cualquiera. Clara se aburre.
A
Cameron Díaz le sobran 40 centímetros para estar a la altura de Clara y le
faltan un par de tallas de sujetador para alcanzar su delantera. Si tuvieran
que competir en un maratón y ambas llegaran al mismo tiempo los pezones de
Clara, la encumbrarían como ganadora. No
lo duden.
Decide
ir al super a comprar unas chucherías y
después verá algunos capítulos de “Friends v. siglo XXII”. Se enfunda su anorak
amarillo canarión, canarión… se mira en el espejo, se ve estupenda y además la
ven en cien metros a la redonda.
El
supermercado está a oscuras, genial, le gusta comprar en soledad; en cuanto se
acerca a la puerta ésta se abre, se acerca al lineal de las cajas pasando el
envés de su mano derecha por el lector…
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Bienvenido a supermercados Pichincha. Recuerde, sus dispositivos electrónicos
dejarán de comunicarse con el exterior. Le deseamos una agradable visita.
El
paseo por sus inmensas instalaciones con altísimas estanterías es acompañado
por el “Jingle Bells” y el típico cerrar y abrir luces a su paso. Dejando atrás 10 pasillos llega al
paraíso del goloso, allí exponen las galletas, los chocolates y las tartas de
merengue. Al final del pasillo ve una jaula y colgado del techo un gran cartel
que anuncia la oferta… cómodas de principios del siglo XXI. Hágalo usted mismo. 90x50x110. 50 globos. Clara saca de su bolsillo la tablet,
es un tanto primitiva, pero todavía funciona y puede consultar su saldo. Se lo
puede permitir, pasea alrededor de la jaula para buscar los códigos, pero es
fácil, si estoy en el pasillo 11 y está al lado del último producto que es el
u…¡ya está! el código es el 11v. Clara se acerca a la máquina de petición,
solicita carro, código 00, galletas 11m, chocolate 11p y cómodas 11 v… al fondo
del pasillo ya viene su carro y el brazo mecánico asignado que desciende del
techo va recogiendo la mercancía. Clara observa fascinada el compás con el que
se dirigen hacia ella, no
se da cuenta que sobre su cabeza un gran brazo se está abriendo y por algún
motivo, no se dirige a las cómodas… cuando Clara se percata la mano mecánica ya
la alza por los aires y la deposita en la jaula de las cómodas, es tal su
sorpresa, que ha sido incapaz
de emitir ningún sonido. Decide
gritar.
- Ayuda, ayuda- pero por allí no debe de
rondar un alma, la única luz que ve encendida es la que está encima de su
cabeza. Por esa vía no conseguirá nada.
Clara
intenta trepar por la
jaula, pero la distancia entre el penúltimo y último barrote horizontal es
demasiado grande y no puede salvarlo. Alguien vendrá y la sacará de allí.
Como
no hay gran cosa que hacer, se fija en la infinidad de vías que cruzan el
techo, las manos mecánicas alineadas al fondo, en realidad el ambiente es un
poco siniestro. De repente, se da cuenta de que hay una pequeña luz roja,
achina los ojos como si achicándolos pudiera ver más y sí, la luz roja anuncia
una cámara. Decide quitarse el anorak, la verán. Baja la cremallera, se quita
la cazadora, la coge por el cuello y la ondea por
encima de su cabeza.
Bien!
Se encienden unas luces intermitentes naranjas, me han visto- piensa.
Se
escucha, insecto de gran tamaño en pasillo 11 y un par de aspersores a su
diestra y siniestra despiden chorros de insecticida. Clara tose, su rostro
adquiere color sandía… ¡Tengo que salir de aquí! Abre una de las cajas, quita
un listón largo, lo podrá usar como si fuera un remo, lo quita por uno de los
huecos largos de la jaula, hace palanca con el suelo, pero no se mueve. ¡Esto
debe tener algún freno!. Sobre una de las ruedas ve una palanca azul, la sube hacia arriba, coge nuevamente
el tablón y ahora sí, sale de allí a remo y tosiendo… Cuando llega al pasillo
6, agotada, intenta controlar la respiración, se sienta, bufa, suspira ¡Si
fuera un canguro saldría de aquí en un par de saltos! –piensa.
Las
luces siguen apagadas, menos las que están encima de su cabeza. Se percata de
que tiene otra cámara delante, comienza a hablar con ella… ¿y si me desnudo?
¿avisarás a alguien? ¿le puedes decir a alguien que venga a buscarme? La cámara
me mira, yo la miro, pero parece que nadie nos mira.
Ni
un alma.
Decide
ir remando hasta el lineal de las cajas, sin duda, ahí le harán caso las
máquinas de cobrar. Cuando
llega, se percata de que las
barreras móviles azules, son demasiado estrechas para poder pasar con la jaula.
Nada.
Se
le ilumina la cara, en el parque que está enfrente de la entrada acristalada
del super, están unos jóvenes de tertulia. Clara chilla y hace gestos con la
mano.
- Mira, una coreo para la nube –dice uno
de los chicos.
Clara
sonríe, se percatan de su presencia, me sacarán, me sacarán… Su gozo termina
cuando se da cuenta de que el grupo de chicos mueve sus brazos y el cuerpo
siguiendo su ritmo, mueve una pierna y
todos la imitan, da un salto y al otro lado de la calle todos saltan… Clara
comienza a saltar como una loca, la jaula y los chicos se mueven a su ritmo
hasta que la jaula se encalla en el tope de una de las estanterías, Clara se
sienta, abraza con sus brazos sus piernas y esconde la cabeza, comienza a
llorar. Los chicos dan por finalizada su colaboración. Clara piensa que nunca
saldrá de allí. Se levanta
y lanza con furia el tablón remo a una de las máquinas. Saltan todas las
alarmas ¡Al fin vendrá alguien!.
En
un par de minutos ya está el coche de policía, acceden al establecimiento, la alzan en brazos, Clara pisa tierra
firme, la informan de sus derechos, estará detenida hasta que se esclarezcan
los hechos, antes de salir a comisaria ha de pasar su mano por la máquina
cobradora, solicita factura:
Cómodas
2 100 globos.
Galletas
1 globo
Estancia
en el supermercado superior a 20 minutos por compra inferior a 150 globos: 99 globos.
Uso
de pesticidas 60 globos.
Gasto
eléctrico adicional por activación de alarmas. 80 globos.
A
pagar. 340 globos.
The
End.
Si
no quieres que esto te suceda, di no a las cajas de autopago.
¡Vaya
anuncios tontos hacen hoy en día!
©Mª
Luisa López Cortiñas
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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.