PINZAS Y YO. Capítulo 3.
Juguetes que hacen puf y se van de tu lado
Esta semana ha sido
terrible, me han dejado sólo un montón de tiempo. Les ha dado por dejarme
comida, bebida y bye, bye, más sólo que un perro, yo que soy el más dulce gatito casero. Después
la mema se queja de que sea un crítico literario de su obra estricto y sin
piedad alguna. ¿No tiene suficiente esa mujer con que la aguante?
Acabé la semana anterior
peleando con la mema, se empeñó en que tenía que atarme un pañuelo en torno al
cuello. ¿De qué va? Después de unos magníficos dribles que ya quisiera el señor
Messi, conseguí zafarme de esa loca.
Ningún gato decente permite que le vistan de semejante guisa.
La cosa no acabó ahí, un día
llegaron muy contentos los “turolenses” éstos. La mema traía una extraña pelota
a la que no pillo el truco, se estira y encoge, y nada, que no puedo jugar
tranquilo con ella; y él traía una pistola de luces que hace unas bolas,
pompas, las llaman ellos que vuelan y desaparecen. No entiendo cómo funcionan
esos chismes. En vista de que ninguno de los juguetes fueron de mi agrado,
aunque a ellos parece que les divierten mucho, me trajeron una pelota grande
pero ligera, muy ligera, me lo estaba pasando a lo grande, hasta que hizo puf y
se convirtió en un trozo de tela.
¿Alguien les puede decir a
éstos que me traigan cosas más sólidas? Es que a los juguetes que hacen puf y
se van de tu lado, no les pillo la gracia.
© Mª Luisa López Cortiñas
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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.