EL CREMATORIO GRIEGO
Dicen las malas lenguas que hay países que son como bestias,
que no se pueden criar animales “semi libres” para después matarles en una
plaza, ante cientos de espectadores. Frecuentemente olvidan que el animal tiene
derecho a embestir y a matar, a rematar la presa cuando la desequilibra, a
ensañarse si no llegan a tiempo las cuadrillas, el animal tiene derecho a usar
en su defensa las armas de las que dispone, escasas pero efectivas.
Grecia ni eso.
Han alimentado su deuda con mimo de granjer@; con agua de
regadío les han llenado de innecesarios tanques y rutilantes submarinos, podado
sus flecos para dejarla bella y apetecible, maquillada hasta la extenuación
para que no se deslizara el rímel de sus ojos, la aceptaron en la fiesta como
hace la gente seria y bien, la mano extendida con elegancia sin que se note que
el otro no huele a Chanel nº 5, y sin que el rictus del menosprecio se escape
en medio de una extensa sonrisa.
Obedecieron los de siempre, los que saben cómo se hacen las
cosas, los que no han tenido madres con delantal, ni casas con perfume a
puchero, ni manos arrugadas por el paso del tiempo y el trabajo, los que no han
tenido padres que les dieran una colleja a tiempo cuando encerraban ranas
verdes en botes negros. Un mundo feliz hasta
que llegaron los niños rebeldes y despeinados que osaron pisar las hierbas del
jardín, y acariciar las flores como si fueran sueños. No tenían derecho a
vivir, no tenían derecho a defensa. La rebeldía no se puede consentir cuando
todo el mundo sabe de tu estulticia.
Esos a los que nadie ha elegido, han envuelto a Grecia en bolsa
de seda, ahora, como buenas arañas errantes brasileñas sólo queda inocular
veneno gota a gota, y ver como las madres, los padres y los hijos de otros se consumen
poco a poco como velas ardiendo en miseria, mientras algunos adultos,
paralizados por la sorpresa, esperan el último escupitajo de veneno, otros
mendigan los sobrantes de la fiesta.
No se puede negociar cuando unas de las partes no quiere.
Una nunca quiso, le gustan más los crematorios, sobre todo cuando entran los
vivos y crudos, que sin aceite y a la máxima temperatura, dan buenas cenizas
para abono.
Cualquier mañana, cualquier plaza, aparecerá rociada de
pétalos de rosas muertas que la eu (sea lo que sea) pudo y no quiso evitar.
OXI.
Luisa L. Cortiñas
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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.