Mercedes Gracias NoPidasPerdón
Falsicuentos: la realidad vence por
goleada a la ficción.
Os voy a presentar a Maruja, no es ni
alta ni baja, ni rubia ni morena, ni rica ni pobre, ni trabaja ni
está en el paro, es una fuerza artificial que todo lo recorre y que
cada día tiene ideas más peregrinas.
Hace dos tardes, estando yo allí en su
casa tomando café, me dijo que iba hacer recuento de cuánto dinero
podría obtener secuestrando a la clase de P3 de un colegio de muy
alta alcurnia, al que no mencionaré por no crear alarma. Aunque he
de informarles ,que Maruja hace y deshace al mismo ritmo sus cuentos
de lechera emprendedora.
Su teoría, a pesar de todo, no me
pareció descabellada. A igual procedencia, en este caso padres
dispuestos a desembolsar ochocientos euros al mes por la educación
de un retoño, los niños valían más o menos. Es fácil de
entender. No es lo mismo un mensual de seis mil euros netos que de
sesenta mil en el mismo período. Lógico. ¿No?
Pero Maruja no descansa nunca, y en su
modelo inicial, me dijo, no tenía en cuenta algunas variables como
la exclusividad de las cosas. No tiene el mismo valor el hijo único,
que el tercero de una saga de cinco, porque según Maruja el amor se
agota a fuerza de usarlo, y por fuerza, cuando uno sólo tiene uno,
el amor lo concentra en ése. Y ahí, ya se puso Maruja a poner
precio al amor como una mercachifle.
Decidió que el más rico era Chis, no
porque sus padres fueran los más millonarios de todos aquellos
potentados, sino porque con extrañas fórmulas llegó a la
conclusión de que era el niño con los padres más dispuestos a
pagar un sobreprecio por él.
–¿Sobreprecio? –le pregunté llena
de asombro.
Me miró con un desprecio que podría
hacer desaparecer veinte galaxias.
–Sí, hay que tener en cuenta los
riesgos, los gastos, la logística, la fortuna paterna...
–Hoy estás insoportable –le dije.
Te dejo. Bay bay.
Muy digna, extendió su mano derecha
sobre la nariz y me hizo burla.
Fue llegar a casa, encender la tele y
encontrarme con Mercedes, una de esas mujeres que podría poblar un
Romero de Torres con su pelo y con sus ojos, pero que decidió
protagonizar un rocambolesco episodio de realidad, que creo yo, hay
que agradecerle.
Cualquiera que viva en este mundo, en
éste, y no en los universos fantasía de rajoy, sabe que esta mujer
no miente. Dice lo que unos sabemos y muchos denuncian, unos más que
otros. Ha dicho algo cierto, el precio de las cosas no tiene que ver
con el coste de producirlas, ni con la oferta o la demanda, tiene que
ver con el máximo beneficio que pueda o quiera obtener. Da igual que
lo que venda sea un medicamento milagroso, unas bragas biónicas, una
fuente de energía, un balón de fútbol. Ya todo da igual, todo vale
en aras del dios del mercado.
La verdad no debería ofender a nadie.
Porqué sí, todos sabemos que el “sovaldi” estaba amortizado en
nueve meses, pero los dioses del mercado son insaciables y desconocen
la Biblia, aunque los que la conocen tampoco demuestran ser mejores o
haber aprendido nada.
La verdad debería dar lugar a
respuestas y a preguntas. ¿Porqué los gobiernos no dicen lo que
pagan? ¿Firman cláusula de confidencialidad? ¿A qué tanto secreto
en un mundo transparente? Hay que preparar caminos, los chollos no
duran siempre, ayudar al fuerte para mañana poder estar ahí y poner
mi nombre en la junta directiva, y la de mi hijo, y la de los hijos
de mis hijos, por algo somos los mejores.
La verdad no debería nunca obligar a
nadie a pedir perdón, creo que hay que darle las gracias, sin
complejos ni tapujos ha dicho lo que sabemos.
Cuando alguien nos cuente el cuentito
del riesgo que corren los empresarios, podremos mostrarles a Mercedes
y decirles:
–¿Lo ves? Está diciendo la verdad.
No hay personas, sólo beneficios.
No hay razones, ni riesgos,
sólo usura.
No, quien dice la verdad, aunque ésta
duela y se te cuele entre los huesos,
y te encoja el corazón,
y te llene de furia,
y tus ojos brillen de rabia,
y tengas ganas de arrojarte al vacío,
o de ser como Maruja,
date un segundo,
respira,
piensa.
Las verdades son de agradecer
aunque maten.
Las verdades son de agradecer,
con ellas uno puede viajar a cualquier
parte.
Las verdades son de agradecer
por eso a los niños les engañamos
cuando les decimos que digan la verdad
en un mundo plagado de mentiras,
de ciencias que no existen,
de verdades vacías.
Por eso, creo que Mercedes García, no
debería de haber pedido perdón
no hemos malinterpretado nada,
sólo hay que darle las gracias,
por no mentir
por tratarnos como adultos
capaces de soportar la verdad,
y no como la escoria habitual
que nos trata de tontos,
y que de tan tontos
compramos el cuentito.
Ella simplemente ha estampado su firma
en lo que algunos sabemos
y en lo que muchos tenían duda.
Ella ha despejado la equis,
el valor i griega no existe.
La verdad y la salud no tienen precio.
Al igual que no tiene precio el amor
que cuantificaba Maruja.
No deberíamos hacer escarnio de quien
dice verdad.
Hay que avanzar con la verdad hasta
vencer al enemigo,
porque con la verdad se ha de poder
llegar a cualquier sitio.
El capitalismo es eso,
todo mentira,
todo fe,
una religión sin sentido.
©
Mª Luisa López Cortiñas
Si quieres leer relatos cortos sin tener que navegar sin remos por el archivo del blog, puedes descargar la temporada 1 desde este ENLACE. Sólo te pedirán e-mail con un enlace muy largo, pinchar y en menos de un minuto Boom ¡en pdf
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Me encanto: La verdad y la salud no tienen precio.
ResponderEliminarHola Luiza, me encanta que te haya encantado. Es todo de vergüenza.
EliminarMil gracias por comentar. Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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