Si
Carolina Bescansa fuera una participante de Gran Hermano, ganaría de
calle ¿digo de calle?, de cabeza, arrastraría a las masas a su
favor, no hay nada que joda más al espectador de un reality que
conviertan a alguien en víctima. El 21 de febrero, aparte de la
hiena habitual enamorada hasta el tuétano del finado Chávez y
ansioso por arramplarle a la novia al coletas, tenía ésta buena
mujer a Javier Nart, quien después de un tiempo desaparecido de los
focos televisivos, vuelve arrasar con su sapiencia de la mano de
Ciudadanos, ese partido anti-independencia-de-Cataluña que se ha
convertido en la marca blanca de los PePetas. Es comprensible que el
señor Nart gane con Ciudadanos, lo que no se entiende, es que éstos
estén vendiendo colonia aparentemente fresca con frascos más que
caducados, por muy bien que aparente oler Albert Rivera cada vez
suelta más tufo a naftalina.
Si
Carolina Bescansa fuera tonta, en el tiempo que lleva bajo los focos
no hubiera adquirido tablas y confianza, y no dudo de que ayer se la
hubiesen comido sin aliñar y todo. Pero se nota en ella que ha
aprendido, que la cámara que en un principio nos la mostraba tímida
y titubeante, la comienza a querer, comienzan a entenderse, y cada
vez se parece más a lo que Carolina creo que es: prudente, cabal, y
conocedora de los problemas de los ciudadanos, esos ciudadanos a los
que otros desprecian desde hace ya demasiado tiempo.
En
cuanto al funcionamiento de la justicia es penoso y lamentable. La
implantación de tasas ni ha desatascado los juzgados, ni la
recaudación ha servido para dotarlos de medios. Únicamente sirve
para disuadir a los más pobres, quienes por otra parte, nunca han
tenido mucho tiempo que perder en los juzgados, buscarse la vida
suele ocupar la mayor parte de su tiempo y ocio. En cualquier caso,
una justicia lenta no es justa. Claro que en España es lenta para lo
que interesa y cuando interesa, no hay que olvidar que en algunos
casos los jueces han desaparecido del tablero a velocidad de crucero,
vamos, casi al ritmo que algunos se llevan maletines a Suiza, y otros
se van a vivir a Nueva Zelanda.
Si
Carolina Bescansa fuera hoy la cabeza número uno de podemos sería
la más popular de los no populares, y si en vez de urnas se tuviese
que enviar un SMS hubiera arrasado.
Pero
Carolina Bescansa no es una concursante de gran hermano, ni tonta, ni
la número uno, es una voz que da voz a muchas voces, que otros oyen
pero no escuchan.
Por
último, lo irracional es votar contra los propios intereses de cada
uno, que hoy en día, me temo no los encarnan los “lameculos” de
siempre que sólo defienden sus poltronas.
Las
cartas están boca arriba.
®
Luisa L. Cortiñas
A mi tb me encanta Carolina
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