Una banda que corta y recorta bien, y
cose mal.(1)
No hay mayor fracaso que un hemiciclo
vacío (o un niño que pasa hambre), demuestra lo poco educados que
están los políticos que sufrimos día a día, y el fracaso
estrepitosos de la educación privada, concertada, pública y sobre
todo democrática.
Decía Ginsberg que él vió “las
mejores mentes de” su “generación destruidas por la locura”,
en España asistimos a la fuga de los más cualificados en busca de
aguas más propicias, a cambio, nos quedamos con la escoria política,
que salvo insultar y ofender, no se les conoce ningún otro mérito.
Escoria que odia y regala cualquier
empresa pública que aún resista, ni siquiera al mejor postor, sino
al amigo que prometa mejores preebendas.
Escoria que constantemente denigra a
las personas honestas, honradas y hacendosas que cada mañana, desde
hace ya demasiadas, ocupan su tiempo buscando lo que no hay: trabajo,
por desgracia, cualquier trabajo, ya que el digno hace tiempo que
dejó de existir.
Escoria que mientras celebra la fiesta
intelectual que debería ser un debate sobre el “estado de la
nación” se va cuando se van los jefes, que ni son jefes ni les
pagan, en rigor, en una democracia los gobernantes están al servicio
de los gobernados. Pero no, ésta escoria cuando se van sus amos
abandonan sus puestos de trabajo, hacen como esos empleados pésimos
o justicieros (hoy en día ya no se sabe), que cuando se va el jefe
meten mano en la caja, olvidando que el “ido” ha puesto una
cámara traidora que grabara la tropelía.
Mientras la gente es despedida del
trabajo, en el mejor de los casos, para contratar esclavos más
baratos, estos señores, que cobran un sueldo que ya quisiera para sí
una parte muy importante de españoles, se permiten jugar con la
tableta que pagamos entre todos, y no sólo se permiten jugar,
defienden su derecho al juego.
Quizá es lo más obsceno: defender el
derecho al juego mientras uno trabaja. Ya veo yo a los teleoperadores
de España diciendo a sus superiores, “señor, yo soy como Celia,
puedo escuchar al tarugo éste y además hacer calceta, ganchillo y
atender los WhatsApp de mi tía de Burgos que va mayor y se aburre”.
Motivo del despido: “acólita de Villalobos”, ya veo a los
informáticos añadiendo la nueva pulsión expeditiva.
Desde hace mucho tiempo, sabemos
fehacientemente que no trabajan, que viven en un país que no es el
nuestro, o al menos no es el mío, que abandonaron tiempo ha las
labores encomendadas, con todo, no es lo peor.
Lo peor y grave es que ya no ocultan su
deficiencia mental, su nulidad intelectual, su estulticia innata, su
avaricia infinita, su total indigencia moral.
Son vagos, zafios, gandules, perezosos,
zánganos, remolones, insultantes, injuriosos, cobardes, groseros,
humillantes, patanes, mostrencos, garrulos, palurdos, pánfilos,
groseros, chabacanos, simples, incultos, maleducados, catetos,
gañanes, patanes, zafias, gandulas, perezosas, zánganas, remolonas,
injuriosas, groseras, mostrencas, garrulas, palurdas, pánfilas,
groseras, chabacanas, incultas, maleducadas, catetas, zafios... una
banda criminal que corta y recorta bien y cose mal.
- Este título tan bello y apropiado no es mío, es una versión adaptada del título de un poema de Luis Luchi que reza “Los que cortan bien y cosen mal” del poemario “Resumen del futuro” Ediciones el Escorxador. “Al César lo que es del César” que los pobres, al igual que los ladrones de Jardiel "somos gente honrada".
Luisa L. Cortiñas
Genial la frase "Motivo del despido: “acólita de Villalobos”, me ha encantado. Un saludo de Aliciamaravillas.
ResponderEliminarMe alegra leerte por estas aguas Aliciamaravillas, y sí, me parece un buen motivo de despido jajaja.
ResponderEliminarDe todos los estupendos adjetivos que has elegido, me quedo con ESCORIA, es tan sonoro, tan expresivo y tan maloliente...
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