El baile Botero
Como ya os comenté la semana anterior, hoy nos vestimos de gala, no sólo estrenamos mes de mayo sino también sección de INVITADOS.
La primera ha sido una valiente llamada Mela que nos regala un estupendo relato "El destino juguetón", que ustedes lo disfruten tanto como yo, y GRACIAS MELA por querer compartirlo con todos en mi blog.
Al lío.
EL DESTINO JUGUETÓN
El día de la boda…
— ¡Vivan los
noooovioooos!—. Se escucha en el comedor, por enésima vez, desde la mesa de los
amigos más animados.
Aún no han cortado
la tarta. Queda mucha boda todavía.No puedo disimular mi desconcierto por más
tiempo y mis juanetes buscan un improbable escape dentro de los zapatos nuevos,
esos que se ha empeñado Susana en regalarme para la ocasión. Siempre tan
minuciosa, no ha olvidado ningún pormenor, excepto la talla.
5 meses antes…
No sé qué les pasa
a mis hijos pero desde que enviudé, hace ya dos años, me tratan como a un
desamparado. He quedado viviendo solo con Susana, que les pasa “el parte” de
mis correrías cuando vienen todos a
comer, nietos, nueras y yernos incluidos.
Antes o después, me
recriminan. Susana es muy conservadora (ha salido más amplificada que su madre)
y no ve nada bien que salga con los amigos, que me tome una caña en el bar
solo, que vaya por ahí sin informarle a donde, que me quede en casa viendo la
tele, o que me vaya de viaje con el Imserso. No le gusta mi tipo de vida, ni
mis ideas y encima ha empezado una auténtica cruzada para que asista por las
mañanas a un centro de día, buscando la complicidad con sus hermanos, que la
apoyan mientras acaban los postres. Quiere para mí nuevas amistades, con “más clase”
y cuando lo dice, sus ojos me trasmiten el desprecio que siente por mis amigos,
como su madre.
No es que la vida
con mi mujer fuera mala. Nos tuvimos cariño y siempre nos demostramos un
respeto que ahora pierde Susana con frecuencia.
Pero hoy es un día
especial y la comida se celebra por un motivo que nos hace felices sobre todo a
los dos. Ella presenta su novio a la familia. Viene “el-sin-sangre” acompañado
por sus padres a pedir su mano. Hoy me libro de sermones y hoy empieza la cuenta
atrás que me librará de la Rottenmaier de mi hija.
3 meses antes…
Me he venido con el
Calvo y el Lete a Benidorm, aprovechando un viajecito de lo más apañado. Nada
más dejar las maletas en la habitación nos ha faltado tiempo para bajar al bar,
mientras esperamos la hora de la cena. Ahí hemos visto el panorama. Viejas
carracucas y sesentonas de muy buen ver, con ganas de lío. Entre risas y cañas,
empezamos a bacilar con tres, que estaban en la barra y hemos acabado cenando
juntos.
Me ha entrado
directamente al corazón la gordita con cara risueña a la que le gustan los
boleros. ¡Y como los baila! ¡Con qué sensualidad! Entre mis brazos, bailando
muy apretaditos, me he sentido muy viril. Ella es muy seductora y femenina.
He caído, según el Calvo,
bajo la artillería de Cupido como un pavo de 17. Todo un descubrimiento, a mis
75 años.
2 semanas antes…
—Papá tiene un
lío—. Ha soltado Susana en la comida.
Me ha hecho gracia
recorrer, una a una, todas las miradas de ojos grandes y redondos, mientras
maltragan la sopa.
— ¡Y la quiere
llevar a mi boda!— añade desencajada. — ¡Qué vergüenza!
En esta familia no
se necesita nada más para ajusticiar al reo. Por eso les advierto, ante su
estupor, que estoy decidido a compartir el resto de mi vida con Emilia. Sin
necesitar ni su opinión, ni su aprobación.
Oír todas sus
recriminaciones, incluso las que aluden a la moral, mientras me balanceo en mi
nube algodonosa, es todo un placer. Como un querubín. Por una oreja me entra y
por otra me sale. Solo cedo, para atajar la histeria de Susana, en que no sea
mi pareja en la boda.
El día anterior…
Susana está
desconocida. A pesar de los nervios y de las continuas recomendaciones que me
hace, me da un achuchón cuando nos cruzamos en el pasillo.
— ¡Que feliz soy!
—. Me sorprende su espontaneidad.
Nadie ha vuelto a
preguntarme sobre Emilia. Ni tan siquiera saben su nombre. La familia actúa
como el avestruz. Pero cuando Susana separa su abrazo, su mirada me interroga
más allá de saber qué preguntarme, o de querer conocer las respuestas. Lo sé.
Nos hemos vuelto transparentes el uno para con el otro después de todo este
tiempo.
—Quiero que seas
muy amable con la familia de Eduardo— me dice zalamera—. Especialmente con su
tía, a la que adora.
El día de autos (o de la boda)…
Estoy hecho un
pincel. La verdad es que este traje me sienta de maravilla. Pienso vestirme así
para nuestra próxima cita. Se va a caer de espaldas, jajajaja.
—Ven papá, te voy a
presentar—. Susana interrumpe mi pensamiento. Me fijo en la persona y casi me
fallan las piernas. ¡No puedo creerlo!
—Emilia, este es mi
padre.
—Encantado—le digo
plantando un par de besos mientras noto la súbita aparición del rubor propio de
un imberbe. Avergonzado, he vuelto a la mesa de la misma. Estoy estupefacto.
No he podido dejar
de mirarla, ni ella a mí. Susana, que a veces no se entera de nada, reclama mi
atención.
—Sácala a bailar,
no seas soso.
Allá que me voy,
con todos mis juanetes, en cuanto suenan las notas de un bolero. La abrazo
levemente, en silencio. Huelo su perfume. Los dos temblamos.No dejamos de
bailar, a pesar de los aullidos de mis pies. En mi ensueño, ya está viviendo en
casa e inundando cada rincón con su alegría. Imagino esa cena íntima, un día
cualquiera, sin motivo. Ese bolero que tanto nos gusta bailado apretujado en el
salón, como ahora lo hacemos. Se me hace la boca agua.
Justo en el momento
que nos hemos sentado en la mesa, el ramo de la novia ha caído entre los dos.
Con mis ojos me declaro y mirándome, acepta.
— ¡Vivan los
noooovioooos!—.
Espero les haya gustado y Mela aguarda sus comentarios. Nuevamente gracias.
No se si salió el anterior comentario. Pero de nuevo gracias Tita
ResponderEliminarCreo que no salió. De "res".
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