La tradición de adornar nuestros
cementerios con cipreses viene de antiguo, son árboles longevos que
no necesitan especiales cuidados, cuyas raíces crecen firmes bajo
tierra, sin temor de que sinuosas curvas y ramificaciones puedan
incordiar a los finados.
Hay otros árboles más humanos, menos
estilizados, menos tristes, menos silenciosos, árboles cuyas ramas
se enredan, y cuyas raíces son un galimatias de circunstancias y
hechos.
Cuando Hugo Chávez, en compañía de
otros, intentó en el año 1992 arrebatarle el timón del país a
Carlos Andrés Pérez, nada ni nadie podía preveer que el comandante
sería uno de esos árboles extraños e imprescindibles, divisible
sólo por sí mismo, un número primo, no en vano el destino quiso
que fuese el presidente número 47. Pocas veces un sólo dirigente
puso de los nervios a tanto felón que anda suelto por los gobiernos
de tantos países. Algo tenía que estar haciendo necesariamente
bien. Nadie irrita a tantos por agachar la cabeza.
En el devenir fatal y golpista de la
historia de Latinoamerica, Chávez fue una corriente de aire fresco,
una puerta abierta a la esperanza para los miles de menesterosos que
ese mal llamado sistema capitalista deja a espuertas en la cuneta.
Una vez en el poder unas cosas le
salieron bien, otras incluso mejor, y unas cuantitas mal; más menos
en eso consiste la historia de un país. En cualquier caso la
intención inicial era correcta: que todo el país se beneficiara en
mayor o menor medida de las riquezas con las que les había dotado la
geografía. Por otra parte, Chávez, como buen converso, diseñó una
constitución en la que tienen cabida elecciones revocatorias, es
decir, bajo unas determinadas condiciones (entiéndase un número de
firmas) se pueden convocar elecciones anticipadas por petición
popular. ¿Por qué no lo intenta la oposición de esta manera? ¡Ah!
Ya lo intentaron, perdieron y no olvidarán nunca su humillación,
sus corazones de hierro no soportarían un segundo fracaso.
Uno de los pilares que Chávez
consideró fundamental para alejar a sus ciudadanos de la miseria fue
la educación, y sus planes, justo es reconocerlo, tuvieron bastante
éxito, recientemente la UNESCO, organización altamente subversiva y
antisistema, ha declarado a Venezuela libre de analfabetismo y es el
segundo país latinoamericano en número de universitarios. Él es la
estela que otros dirigentes siguen.
Mientras Chávez, como una hormiga, iba
bajando la tasa de desempleo de su país y escolarizando a niños que
acudían gustosos a las aulas aunque sólo fuese por comer caliente;
en esta España nuestra, tan demócrata de toda la vida, el paro
subía más que los espumosos, los pobres se multiplicaban como
cucarachas, y muchos colegios rogaban y suplican por abrir sus
comedores durante el verano y los fines de semana para que muchos
niños puedan alimentarse de forma correcta.
Vamos a ser buenos.
Aceptaremos pulpo como animal de
compañía, a Rajoy como un gran estadista internacional, y a
Venezuela como dictadura, hay que reconocer que la tercera acepción
es rara, rara, rerara.
Si uno introduce en San Google ¿cada
cuanto tiempo se celebran elecciones en Venezuela? Éste, que todo lo
sabe, contesta, y así nos enteramos de los presidentes van cada seis
años, los diputados cada cinco, y los alcaldes cada cuatro. Curiosa
dictadura esa que se hincha a votar, y en la que además participa un
78,71 % de la población llamada a urnas.
En los últimos tiempos, inundan los
telediarios de las cadenas de TV españolas, la mudez a la que se ve
sometida la oposición venezolana, curiosamente los españoles sólo
conocemos esa oposición, con lo cual el sentido común me hace
suponer que la oposición no es tan pobre ni tan muda. En cuanto a la
prensa escrita, salvo Panorama, el resto de periódicos de largo
recorrido son privados: El Universal (capital español), Últimas
noticias, El Nacional... Ganan por goleada los medios de propiedad
privada.
Pero dejemos los datos, que aburren (y
tengo que buscarlos, que haberlos hay) y vamos al sentido común que
tanto escasea.
Bien mirado ¡Menuda dictadura de
mierda la de Maduro! Los ciudadanos votan. Los opositores golpistas,
en algunos casos, acaban de alcaldes de las ciudades más importantes
del país. Las señoras de esos opositores salen y entran de esa
frontera como pedro por su casa, y son recibidas por los dirigentes
europeos, especialmente españoles, como si fueran lideres de una
banda de rock.
¿No me digan ustedes que no es una
dictadura rara?
Lo más extraordinario, es que la
sombra de Chávez, más larga y longeva que la de los cipreses, y sus
previsiones políticas, tienen un alcance infinito. Cuentan los
demócratas de toda la vida que antes de morir, en el más absoluto
de los silencios (él que sólo calló cuando muerto) fundó Podemos.
Eso es tener visión de futuro, lo demás ya si eso.
Por último, el casi negro de la kelly
blanca con Maduro se ha atrevido a hacer lo que no tuvo valor cuando
Chávez mandaba, declarar a Venezuela una amenaza para su seguridad
(hay que tener en cuanta que las directivas de Gene Sharp no le han
funcionado muy bien con este país).
Si yo fuera dictadora, nunca, jamás,
hubiera vendido gasóleo barato a los pobres de Boston ¡qué cada
capitalista aguante la miseria de los suyos!
Me estoy dando cuenta de que yo como
dictadora sería terrible, Chávez y Maduro, sin duda, son bastante
mejores personas que yo.
PD: Si alguien ha tenido la paciencia
de llegar hasta el final de este escrito se preguntara que hago
publicando esto, cuando ayer se publicó este otro artículo
altamente recomendable.
La respuesta es sencilla, tenía el
artículo a medias desde hace quince días. ¡En fin!
Luisa L. Cortiñas
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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.