miércoles, 10 de junio de 2015

RIVERA EN EL RUEDO





Rivera en el ruedo


Decía Isaac Rosa, no hace mucho, que Albert Rivera era el yerno ideal, lo que yo no podía prever en aquellos días es el arte torero del charnego. ¡Bizca me deja!

Se tiró a la arena política hace ya algunos años, desnudo y torciendo el gesto a los nacionalistas catalanes.

Este año 2015 arrasa en todas las plazas, es el torerito de moda desde que en las autonómicas andaluzas salió a hombros por la puerta grande. Un soufflé que poco a poco se ha ido desinflando, pero no por ello ha dejado de salir victorioso.

Salta al ruedo nacional en las últimas locales y autonómicas vestido de oro y plata cortesía del Ibex 35, con adornos rojiazules del PPSOE, con el objetivo de conseguir dar una vuelta al ruedo en el que la plaza gire con él, como un tornasol en torno al astro.

Como buen torero clásico, comenzó en el centro del ruedo con una verónica, que llama al votante ora a la derecha ora a la izquierda, un pase perfecto para recibir a los nuevos ¡qué uno nunca sabe en qué dirección tomarán el trapo! Continúa faena con unas navarras, huyendo sin huir del confiado al que envuelve con una revolera que no puede dejar de admirar el incauto.

Acaba el capote con unas serpentinas, que siempre son un remate vistoso para esta suerte.

El torero saluda satisfecho a los tendidos.

Queda lo más difícil, colar en el último tercio,  los derechazos como naturales, y lo que ya no funciona como sentido común. No sale mal. Para finalizar unas manoletinas en honor al maestro, muerto por atención inadecuada más que por cornada certera.

La plaza aplaude enfervorecida, mientras él se ajusta la chaquetilla, y empuña con orgullo un ramillete de votos “despistaos” ante los vítores y los pañuelos blancos que ondean en la plaza, mientras, la corrupción entra indultada en chiqueros, con apenas tres pares de cornadas de única trayectoria y corto recorrido, que pocos costes ocasionan al satisfecho ganadero.

Como la puerta grande no se acaba de abrir, abandona el traje y decide hacerse alguacilillo, profesión (teóricamente) menos arriesgada, ya que al fin y al cabo, consiste en obedecer a los mecenas, y con maestría, administrar las llaves de toriles abriendo puertas o cerrando ventanas, según se tercie.

Cuando la luz de la plaza se apaga y sólo queda el silencio, los burladeros madrileños, valencianos y andaluz siguen en el mismo lugar, y jugando al mismo juego.

¡Olé maestro!
©Luisa L. Cortiñas
PD1:   Todo esto siempre que algún desacuerdo de última hora no me desorganice el tinglado.

PD2: Espero con ansia el tamayazo anunciado, previsto o adivinado por los “tamayistas” más fans (voy a comenzar a morderme las uñas ¡nunca es tarde para nuevos vicios”).  En realidad este quite, podría ser la estocada maestra que permita botarles a todos en las próximas generales.

1 comentario:

Muchas gracias por comentar.

Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.