SEMANA DE PRODIGIOS (Parte 8)
Hoy era jueves, no cualquier jueves, hoy era el día en que ella,
Laura Beltrán volvió a la vida. Llena la bañera de su cuarto, la que es de
ella, sólo de ella. Ha comprado sales especiales olor mar. Tal día como hoy
hace tres años, a las seis y cuarto, ella entraba en el quirófano, era la
siguiente en la lista. El anterior inquilino había rechazado ese ansiado corazón,
la siguiente candidata era ella. Se desnudó y acarició su cicatriz, tuvieron
cuidado y era discreta pero larga. Desde el primer momento se sintieron como un
guante, y comenzaron a vivir acompasados, primero con precaución y cautela para
no hacerse daño, una vez establecida una relación de confianza, asumían mayores
retos.
Antes de entrar en el agua, recogió la copa de vino sin alcohol
que ha preparado, y se dispuso a rememorar la primera vez que se saltó todas
las normas. Le gustaba en días como éste recordar la travesura.
Las donaciones de órganos no sólo eran altruistas, eran anónimas,
esto era parte de su éxito. Bajo ningún concepto se podía saber quién era el
donante, pero valiéndose de su carnet de médico, y de la confianza que otros
depositaban en ella, averiguó a quien pertenecía: Manuel Marqués Bagur, nacido
un veintiocho de abril de 1989 en Ciutadella, Menorca. Ése era su hacedor. En
cuanto tuvo ocasión movió cielo y tierra para ser destinada en la isla. El día
que pisó suelo menorquín sintió cómo su corazón adquiría nuevos bríos. Éste era
su sitio. Había muerto en un accidente de tráfico cuando se dirigía a la playa
del Pilar, por ello, decidió no visitarla nunca pese a lo que aconsejaban
paisanos y guías.
Sabía fehacientemente que lo que pensaba no tenía ninguna base
científica, es más, desde dicho punto de vista era disparatado, pero daba
romanticismo a su vida.
Cada vez que la madre de Manuel, doña Mercedes, acudía a consulta,
estaba tentada a darle las gracias, pero era consciente de que bajo ningún
concepto podía desvelar ese secreto. En compensación, con ella era más
simpática, más atenta, más complaciente, más solícita que con cualquier otro.
Al fin y al cabo, indirectamente, esa mujer le había dado una segunda
oportunidad.
Entre vapores e íntima celebración mató la tarde.
Luisa L. Cortiñas
CONTINUARÁ.
Siguiente (Este enlace no funcionará hasta la próxima semana).
Si a alguien le mata la intriga (no creo, los políticos me hacen competencia desleal) y no puede esperar, está a la venta (trece relatos en total), se puede enlazar en la foto de portada. Me han dicho que tengo que ser más agresiva con la campaña comercial, se admiten sugerencias.
Del resto, ya saben, que como buena gallega, aparte de los viernes publico cuando me peta.
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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.