viernes, 12 de diciembre de 2014

PINZAS Y YO. Capítulo 5: "EL DÍA QUE ME CONVERTÍ EN NINJA"







El día que me convertí en Ninja


Como ya os había contado, a la vuelta de vacaciones me regalaron un arnés color lila. ¿A qué me sentaba muy bien?






Dice la mema que todo lo que comienza algún día acaba, y así se acabaron mis paseos nocturnos, al día siguiente de convertirme en una luchadora ninja.
Os cuento. Estábamos la mema y yo con nuestro paseo nocturno, yo me detuve a escalar por uno de mis árboles favoritos y a un par de metros aparcó un coche. Yo me mantuve en mi sitio tranquila, ya estaba acostumbrada al ruido de los trastos esos.
Del coche bajó una señora que se cargó de bolsas, dio un par de viajes a su casa cargada hasta la raíz del pelo, en el tercer viaje no sólo se llevo más y más bolsas, sino que del maletero salió un perro que si se pone a dos patas le come un par de cabezas a la mema.
Yo estaba tan pancha, la mema me decía "tranquila", a pesar de que el bicho grande estaba muy cerquita mía mirándome con cara golosa. La cosa no iba mal, hasta que la mema decidió llevarme en brazos a casa y la perra se volvió loca a ladrar y a echársenos encima. En resumen, me dio por ponerme en modo ninja y deje a la mema hecha un cristo de arañazos, sangraba y todo. Parece ser, que los gatos como yo somos enemigos de los perros, y la señora no se dio cuenta de que yo era una dama gatuna de ley. ¡Con lo divina que yo soy!




En resumen, al día siguiente, a mi hora, como un reloj suizo me subí en la mesa para que la mema me colocara el arnés  y me sacara a mi paseo diario. Nunca había estado tan quieta ni tan expectante. Salimos a la calle unos diez minutos, ese fue mi último paseo, la mema temblaba cada vez que oía un ruido, y decidió entrar en casa para evitar cualquier incidente.





Desde ese día me pasa como a la mema, los dueños de los perros no me caen bien.  (Siempre que los lleven sueltos)

®Mª Luisa López Cortiñas



PRÓXIMAMENTE
"Semana de prodigios"

En las salas de estación ocurren cosas extraordinarias, aunque a decir verdad en los taxis también encontramos buenos comienzos. A veces, las historias, principian con un contrato, una carta o un chico nuevo que llega al colegio.
En ocasiones tenemos que volver a casa, y en otras, somos “deshauciaditos” a los que hay que sacar diez minutos de paseo. Esporádicamente el camino nos encuentra a nosotros, y hace que no volvamos a tener la misma suerte.
Al final del periplo, un lunes amanece vestido de domingo y nos regala una semana de prodigios.
Luisa L. Cortiñas

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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.