viernes, 1 de mayo de 2015

EL DESTINO JUGUETÓN

 
El baile      Botero 


Como ya os comenté la semana anterior, hoy nos vestimos de gala, no sólo estrenamos mes de mayo sino también sección de INVITADOS.

La primera ha sido una valiente llamada Mela que nos regala un estupendo relato "El destino juguetón", que ustedes lo disfruten tanto como yo, y GRACIAS MELA por querer compartirlo con todos en mi blog.

Al lío.


EL DESTINO JUGUETÓN

El día de la boda…

— ¡Vivan los noooovioooos!—. Se escucha en el comedor, por enésima vez, desde la mesa de los amigos más animados.

Aún no han cortado la tarta. Queda mucha boda todavía.No puedo disimular mi desconcierto por más tiempo y mis juanetes buscan un improbable escape dentro de los zapatos nuevos, esos que se ha empeñado Susana en regalarme para la ocasión. Siempre tan minuciosa, no ha olvidado ningún pormenor, excepto la talla.

5 meses antes…

No sé qué les pasa a mis hijos pero desde que enviudé, hace ya dos años, me tratan como a un desamparado. He quedado viviendo solo con Susana, que les pasa “el parte” de mis correrías  cuando vienen todos a comer, nietos, nueras y yernos incluidos. 

Antes o después, me recriminan. Susana es muy conservadora (ha salido más amplificada que su madre) y no ve nada bien que salga con los amigos, que me tome una caña en el bar solo, que vaya por ahí sin informarle a donde, que me quede en casa viendo la tele, o que me vaya de viaje con el Imserso. No le gusta mi tipo de vida, ni mis ideas y encima ha empezado una auténtica cruzada para que asista por las mañanas a un centro de día, buscando la complicidad con sus hermanos, que la apoyan mientras acaban los postres. Quiere para mí nuevas amistades, con “más clase” y cuando lo dice, sus ojos me trasmiten el desprecio que siente por mis amigos, como su madre.

No es que la vida con mi mujer fuera mala. Nos tuvimos cariño y siempre nos demostramos un respeto que ahora pierde Susana con frecuencia. 

Pero hoy es un día especial y la comida se celebra por un motivo que nos hace felices sobre todo a los dos. Ella presenta su novio a la familia. Viene “el-sin-sangre” acompañado por sus padres a pedir su mano. Hoy me libro de sermones y hoy empieza la cuenta atrás que me librará de la Rottenmaier de mi hija.

3 meses antes…

Me he venido con el Calvo y el Lete a Benidorm, aprovechando un viajecito de lo más apañado. Nada más dejar las maletas en la habitación nos ha faltado tiempo para bajar al bar, mientras esperamos la hora de la cena. Ahí hemos visto el panorama. Viejas carracucas y sesentonas de muy buen ver, con ganas de lío. Entre risas y cañas, empezamos a bacilar con tres, que estaban en la barra y hemos acabado cenando juntos.

Me ha entrado directamente al corazón la gordita con cara risueña a la que le gustan los boleros. ¡Y como los baila! ¡Con qué sensualidad! Entre mis brazos, bailando muy apretaditos, me he sentido muy viril. Ella es muy seductora y femenina.

He caído, según el Calvo, bajo la artillería de Cupido como un pavo de 17. Todo un descubrimiento, a mis 75 años.

2 semanas antes…

—Papá tiene un lío—. Ha soltado Susana en la comida.

Me ha hecho gracia recorrer, una a una, todas las miradas de ojos grandes y redondos, mientras maltragan la sopa.

— ¡Y la quiere llevar a mi boda!— añade desencajada. — ¡Qué vergüenza!

En esta familia no se necesita nada más para ajusticiar al reo. Por eso les advierto, ante su estupor, que estoy decidido a compartir el resto de mi vida con Emilia. Sin necesitar ni su opinión, ni su aprobación.

Oír todas sus recriminaciones, incluso las que aluden a la moral, mientras me balanceo en mi nube algodonosa, es todo un placer. Como un querubín. Por una oreja me entra y por otra me sale. Solo cedo, para atajar la histeria de Susana, en que no sea mi pareja en la boda.

El día anterior…

Susana está desconocida. A pesar de los nervios y de las continuas recomendaciones que me hace, me da un achuchón cuando nos cruzamos en el pasillo.

— ¡Que feliz soy! —. Me sorprende su espontaneidad.

Nadie ha vuelto a preguntarme sobre Emilia. Ni tan siquiera saben su nombre. La familia actúa como el avestruz. Pero cuando Susana separa su abrazo, su mirada me interroga más allá de saber qué preguntarme, o de querer conocer las respuestas. Lo sé. Nos hemos vuelto transparentes el uno para con el otro después de todo este tiempo. 

—Quiero que seas muy amable con la familia de Eduardo— me dice zalamera—. Especialmente con su tía, a la que adora.

El día de autos (o de la boda)…

Estoy hecho un pincel. La verdad es que este traje me sienta de maravilla. Pienso vestirme así para nuestra próxima cita. Se va a caer de espaldas, jajajaja.

—Ven papá, te voy a presentar—. Susana interrumpe mi pensamiento. Me fijo en la persona y casi me fallan las piernas. ¡No puedo creerlo!

—Emilia, este es mi padre.

—Encantado—le digo plantando un par de besos mientras noto la súbita aparición del rubor propio de un imberbe. Avergonzado, he vuelto a la mesa de la misma. Estoy estupefacto.
No he podido dejar de mirarla, ni ella a mí. Susana, que a veces no se entera de nada, reclama mi atención.

—Sácala a bailar, no seas soso.

Allá que me voy, con todos mis juanetes, en cuanto suenan las notas de un bolero. La abrazo levemente, en silencio. Huelo su perfume. Los dos temblamos.No dejamos de bailar, a pesar de los aullidos de mis pies. En mi ensueño, ya está viviendo en casa e inundando cada rincón con su alegría. Imagino esa cena íntima, un día cualquiera, sin motivo. Ese bolero que tanto nos gusta bailado apretujado en el salón, como ahora lo hacemos. Se me hace la boca agua.
Justo en el momento que nos hemos sentado en la mesa, el ramo de la novia ha caído entre los dos. Con mis ojos me declaro y mirándome, acepta.

— ¡Vivan los noooovioooos!—.
©2015 Mela



Espero les haya gustado y Mela aguarda sus comentarios. Nuevamente gracias. 

2 comentarios:

Muchas gracias por comentar.

Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.