viernes, 20 de noviembre de 2015

TODOS SOMOS MANOLO








¿Todos somos Manolo?         




Manolo tenía ochenta años.

Fumaba tabaco de liar

apenas el papelillo.

El pulso le temblaba tanto,

que las hebras caían ligeras como plumas sembrando a su alrededor un círculo de luna menguante.


A media mañana

bajaba los cuatro pisos,

cuatro,

que lo separaban de la bulliciosa plaza.

Sin bastón, que era cosa de viejos,

y con sus zapatillas cómodas y calientes

recorría los quinientos metros que le separaban de su bar de toda la vida.

Un café solo

y una ronditas de escoba con los amigos que resistían.


A mediodía

vuelta a casa.

Un perro despistado, sin collar , en apariencia alimentado

le acompañó aquel día hasta el portal.

Se miraron a los ojos

como un par de viejos conocidos,

reconoció la súplica en el can

que eléctrico movía el rabo.

Decidió aceptar su compañía.

Ya habría tiempo para buscar al amo.

Distribuyeron los alimentos civilizadamente:

uno, la sopa con fideo,

el otro, el pollo con carne y pellejo.

Lo mejor de la tarde fue la siesta.

Repartieron lecho, y compartieron sueños.



Esa tarde los ladridos alertaron a los vecinos.

Nadie sabía que tuviera un perro.

El patio de luces se llenó de manolos.

Nadie sabía que fuera sordo.

Cuando la vecina abrió la puerta con la llave

que tenía al efecto,

"para los contratiempos", le dijo Manolo.

Éste yacía en el suelo.

El perro lloraba su muerte.

Todos sabían que vivía solo

desde siempre.

Costumbres sin tacha.

Pocos y  buenos amigos.

Nunca se permitió un viaje a París ¡tan bella!

Ni a un Londres bullicioso.

Como mucho

viajaba en metro al otro lado de la ciudad

para ver por enésima vez la película que echaban en el planetario

y que le gustaba TANTO.

Nadie sabía que tenía perro.


Entierro sobrio

y a gastos pagos.

Ni rastro de herederos.

Ni pancartas  de “todos somos Manolo”.

Ni un minuto de silencio.

Ni llanto,

ni ladrido,

ni perro.
© Luisa L. Cortiñas

1 comentario:

Muchas gracias por comentar.

Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.