viernes, 17 de enero de 2014

De cómo Eladio Cruz fue el hombre más feliz del mundo el 15 de noviembre de 2013




De cómo Eladio Cruz fue el hombre más feliz del mundo el 15 de noviembre de 2013


Ventana bien cerrada. Madrid 2013 pisa basura y huele a podredumbre. Al otro lado del Manzanares el Palacio de Oriente, a éste el SEPE e inmigración a espuertas.
Ring, ring, ring….
¿Quién será el estúpido que molesta a estas horas? ¡Las cuatro¡ ¡Ni estando en el paro me dejan echar una siesta en condiciones!
Diga...
Eladio?
Si soy yo.
Soy Paco, hay trabajo legal, de uno a tres días, 85 euros netos. Ven por mi casa con dni, lo de la seguridad social y la libreta del banco.
Bieeeen… ¿para?
Limpiar éste estercolero, contrata una temporal y están buscando gente como nosotros. Eso sí, horario nocturno.
No hay problema. Paso por tu casa y allá vamos.
Eladio colgó el teléfono dando saltitos como un  adolescente frente a su primer aprobado sin chuleta, se dirigió al armario, un traje es excesivo , pero le pareció adecuado un pantalón “de vestir” azul marino, y una camisa gris de los viejos tiempos. Se echó una visual  en el espejo y aunque los años no perdonan, se vió resultón y pelín sexy. ¡Al menos aún tenía pelo! ¡Un trabajo! Le habían llamado para un trabajo, tan escaso como necesario. ¡Qué más daba un día que dos! Él, él, él que ya creía que nunca volvería a recibir dinero legal en lo que le quedaba de vida. ¡Asegurado y todo! Mientras terminaba de acicalarse, pensaba en lo bajo que había caído, era hacer el esquirol, pero  ¿cómo iba a desaprovechar esta nueva oportunidad que se le presentaba en la vida?
Yo, Eladio Cruz, 57 años,  bachiller, 30 años de contable en una empresa constructora, 4 años en paro. Desde entonces trabajo en casa a tiempo completo y sin remuneración. Una vez superadas las dificultades para aprender a cocinar y planchar con cierta dignidad, el trabajo no estaba del todo mal, los días transcurrían entre fregonas, pucheros, conversaciones de mercado, anuncios de KH7 y alguna partida de ajedrez en un parque cercano al domicilio, de su amplia experiencia laboral sólo,  aprovechaba  el arte de estirar hasta final del mes el escueto pecunio que ingresaba su señora y el milagro de no deber, ni que te deban más allá de lo posible o de lo estrictamente necesario.

Salió de casa con una sonrisa que iluminaba la tarde, hoy era un día diferente, le temblaban hasta las piernas. ¡Un trabajo!
Cuando Paco y él llegaron a  la sede de la empresa, decenas de hombres como ellos se afanaban en superar un reconocimiento médico exprés y entregar papeles a un joven atribulado encantado de merecer tanta atención de sus mayores,
Levantaba la vista de un papel:
—¿talla de pantalón y chaqueta?
—¿dónde vive?
—¿tiene experiencia?
Las instrucciones eran algo así como un barrer y llenar, barrer y llenar, barrer y llenar y pin pan pum, pin pan pum.
Sr. Cruz Deberá estar a la 1 de la madrugada en la plaza de los jesuitas´
Estupendo, ¿algo más?
Siguiente.
Eladio estaba contento con la adjudicación, al lado de casa; eso sí, cuesta arriba, cuesta abajo, arriba y abajo, plis, plas… un cúmulo de despropósitos urbanísticos, su barrio.
De regreso a su domicilio, informó de la nueva noticia a su señora, quien respondió con su infinito “algo es algo”.
La noche de autos es fría, pero todo va  transcurriendo con normalidad… encuentra 20 euros doblados y de curso legal… ¡Sin duda hoy es su día de suerte! Con el dinero encontrado,  podrá incluso ir a comer un menú  al  “Granadino”, local viejo, destartalado, sin ningún sentido de la estética,  pero que los domingos reúne a la  aristocracia pobre del barrio con unas fideuas dignas y unos filetillos de pollo extraplanos.
Cerca del  Carrefour  que hay en la plaza, ve al botas, al  pulgas y al chirlas de reunión, como siempre. Desde chicos siempre juntos, están muy mal encauzados, aunque sólo el chirlas ha ido a parar en un par de ocasiones en la cárcel.
Hacia las cuatro de la madrugada, al fondo de una calle sin salida, asoma un incipiente fuego en un contenedor, Eladio echa a correr, pala en mano, dispuesto a abortar el sabotaje, cuando está a un par de pasos del incipiente incendio, trastabilla, y la pala queda encallada en un bache del asfalto mientras Eladio es lanzado contra el muro que sella la calle.
Se oyen risas
Joder, es el padre del merengue.
Ha sido como en los dibujos animados.
Mañana vendremos a mirar si ha dejado el dibujo en la pared.
Cuan largo era se fue despegando de la pared y así es como Eladio Cruz pasó de ser barrendero ocasional a pertiguista fracasado.
Salió del hospital el lunes a media mañana, orgullo herido, el pecho hecho compota de manzana y ahora toca callar como una puta.
Declaración absurda en comisaria:
Vi fuego, eché a correr, tropecé y del hospital a comisaria. No recuerdo más.
Llegó a casa ayudado por su señora y se desplomó en el sofá como un fardo.
Ella, abandona por una vez su proverbial indiferencia, sabe de las risas y las voces y le  mira con cara de juez y parte…
Mujer, ¡son chiquilladas! ¡cosas que pasan por andar por ahí haciendo el esquirol!
Una desagradable e impertinente voz rompe el discurso exculpatorio.
Proviene del patio de luces, la cotilla de Pepi algo querrá saber. María arrastra su cansancio hasta la ventana…
María, María….
Buenos días. Dime
¿Has leído el “20 minutos”?
No, he cambiado turno y aún no he salido de casa.
Te lo bajo. Sale el Ladio.
Ladio, al parecer cuentan lo  tuyo en el periódico - gritando
Que traiga el periódico pero que no entre, por favor, que no entre…
Ya….
María la recibe con la puerta abierta.
Mira, mira en la página 7… Pepi hace un amago de autoinvitarse, pero un magnífico regate de María impide la invasión.
Ya lo veo. Se lo enseñaré cuando esté despierto. Muchas gracias.
¿Cómo está?
Bien, magullado, pero se pondrá bien.
Barrendero accidentado… bla bla bla
“en la madrugada del sábado, mientras se quemaba un contenedor, uno de los barrenderos temporales bla, bla, bla… que responde a las iniciales ECR,  sufrió un accidente bla, bla, bla… Confirman, desde el hospital, que se le dará el alta a lo largo de esta mañana y, según el portavoz de la ETT, recibirá las indemnizaciones que por ley le correspondan” bla, bla, bla…
Piiiiiiiiiii piiiiiiiiiiiiiiii
¡Qué desagradable el sonido del timbre!
Hola. Vengo a ver al Ladio.
Pasa botas.
Gritando… Ladio tienes visita señalando al chico de forma teatral la puerta del salón.
En la estancia asoma cabizbajo el botas.
Hola chaval, qué bueno verte ¿qué te trae por aquí?
Yo, esto… carraspea quería saber qué tal está el merengues se pone rojo hasta la raíz del pelo—, perdón Eladioooo… Eladio hijo
Bien, por Toulouse sigue y, para disgusto de su madre con pocas ganas de volver… pero,  pasa y siéntate ¿quieres tomar algo? ¿un refresco? ¿un café?
Nada, gracias.
Y, ¿cómo te van las cosas? ¿qué tal está tu madre? ¿y tus hermanos?
Bien, bien, trabajando a todas horas como siempre y ,el resto de la tribu, con mocos, como siempre.
Eladio  sospecha, que como no diga nada, acabarán hablando del tiempo…
Arranca hombre, y di a qué has venido…
Al botas le tiembla la voz
¿Has hablado ya con los munipas?
Tranquilo chaval, sé bien de qué lado estoy. No te preocupes. No vi nada y no recuerdo nada.
El  botas sonríe aliviado…
Gracias, Eladio, gracias… sobretodo por mi madre. ¡Menudo disgusto se iba a llevar!
Pero ¿cómo se os ocurren esas cosas?
No teníamos “ná” que hacer, y vimos en un periódico que iban a subir las multas por esas cosas y decidimos hacer antes una pequeña fiesta.
¡Quéeeee! ¿y de dónde os van a cobrar a vosotros la multa? ¿en carnes?
No sé, es lo que se nos ocurrió y mira que costó trabajo…
¿Trabajo? preguntó Eladio
No creas tú que es fácil prender fuego a un chisme “desos”. ¡Tuvimos que robar gasolina y “tó”!
¡Estáis locos! ¿No os disteis cuenta que es una calle estrecha, sin salida  y todos los edificios están habitados?
La verdad es que no lo pensamos… que vive gente y eso.
Ya, ya.
Por cierto el botas le mira con una interrogación, Eladio sonríe tú tampoco pensaste mucho… echarse a correr cuesta abajo, con una pala en mano al grito de “alertaaaaa vecinos”… ¿Dónde has visto tu apagar un fuego con una pala?

PiiiiiiiiiiiiiiiiiiPiiiiiiiiiiiiii
María se arrastra para abrir nuevamente la puerta ¡qué mañana que llevan! ¡ni que su marido fuera el Punset dando consejos!
Buenos días señora, pregunto por Eladio Cruz.
Es aquí Mantiene la puerta entreabierta con gesto interrogante…
Disculpe el atrevimiento, pero… me he enterado de lo sucedido a su marido y que éste ha trabajado toda su vida de contable. Dele mi tarjeta, y en cuanto esté recuperado que me llame, tengo un puesto para él. Un hombre que defiende con esa valentía y honestidad su pan, tiene un lugar en mi empresa, “de lo suyo”.  España necesita ciudadanos ejemplares, como él.
Muchas gracias. No dude en que contactará con usted.
Gracias a  usted señora. Espero contar con los servicios de su esposo en breve.
María mira con estupefacción la tarjeta y a un palmo del suelo se dirige al salón donde los dos hombres se retuercen de risa…
No sé de qué va el chiste, pero acaba de dejarme un señor muy maqueado una tarjeta para ofrecerte trabajo. En cuanto te repongas le llamas.
Llorando, Eladio recoge la tarjeta… Lee en alto: Rogelio  Torres. Tiendas Askfon. Se la enseña al  botas…
Síiiiiii, son los de esas tiendas nuevas que están poniendo por todo Madrid. Tienes futuro, Ladio, tienes futuro. Joooder ¡salir en los periódicos tiene más salidas que una FP!
Ríen.
El botas se levanta, se da cuenta que ha dejado marca de metal en algunos baldosines, amaga un abrazo al Ladio y le susurra…
Descansa y que María no se preocupe por… señala las manchas mañana vengo con el quitacementos y te lo dejo “niquelao”. Gracias, amigo.
Se despide.
Una vez se va el botas, María se repantinga en el sofá, ve las manchas, suspira.
Mañana vendrá y limpiará las manchas. Por cierto, te informo que con la indemnización invitaré al chaval a la ortopedia ¡el pobre no sé ni cómo consigue andar!
Ladio ¿de verdad gritabas “alerta vecinos”? —pregunta María
Eso dicen los testigos.
Ríen… otro día tocará llorar.


® Mª Luisa López Cortiñas

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Mientras no me maten, seguiré matando el viernes.